Cada cual tiene las
suyas. Yo tengo varias en espera de que sean posibles; su realizaciòn depende
de encontrar un hombre suficientemente lejano en el plano emocional como para
que ambos podamos pedir exactamente lo que queremos sin que haya repercusiones
sentimentales, suficientemente cercano
como para sentir que si las cosas se salen de madre estamos incondicionalmente
en el mismo lado y suficientemente confiable como para alentarme a superar mis
reticencias y experimentar esas cosas que podría disfrutar si me atreviera. Si
además resultara creativo…. MILAGRO!!!!
En un mundo perfecto
todas esas cosas que quiero hacer pasarían dentro de mi relación de pareja;
pero en el mundo real, donde todos somos humanos, a mí se me partiría el
corazón viendo a un hombre que amo haciendo a otra mujer las cosas que me hace
a mí. Y eso que creo que puedo ser
buena voyerista. Pero necesito cierta distancia emocional. No lo concibo de
ninguna otra manera.
Lógicamente el
"partner in crime" no puede ser el primer hombre que pase por la
puerta, encontrar a ese hombre es ya una fantasía, pero la idea me encanta y
por eso llevo un par de años en la búsqueda de un candidato. Finalmente
apareció uno que cumple con los dos
requisitos básicos: Primero: Me parece muy, muy, muy, muy pero muy
atractivo, pero se nota a leguas que lo sabe y lo usa… lo que lo hace el peor
prospecto romántico del mundo. Segundo: Vive al otro lado del Atlántico lo que
facilita que las cosas sean amables y superficiales. Desde que entró a mi oficina pensé que sería
perfecto, pero pasaron meses antes de que tuviera la posibilidad de echarle el
anzuelo, pero como es coqueto también es esquivo, lo que resulta magnífico en
el marco general, pero inconveniente para poner las cosas a rodar.
El sexting habìa
funcionado muy bien, me dijo que fantaseaba con 2 mujeres y eso me hizo pensar
que podría estar abierto a experimentar, varios de sus comentarios en el chat
me demostraron que sus límites eran más amplios que los míos y me pareció
fantástico, pero su voz cuando le dije que no le mandaría una foto mía en ropa
interior me hizo dudar seriamente si me apoyaría en el momento de llegar a un
límite que verdaderamente no quisiera cruzar. Mi negativa echó todo para atrás
y pensé que finalmente no pasaría nada, pero finalmente salimos.
El restaurante fue
difícil en la medida en que no sabía que quería él y hubiera sido una grosería
de mi parte preguntárselo directamente. Decirle claramente lo que yo tenía en
mente tampoco era una opción porque si finalmente no había química salirnos de
ese problema sería muy incómodo para ambos. En la medida en que pasaba el
tiempo yo me sentía más atraída y menos deseada y cuando propuso ir a tomar
algo después de la cena, pensé que todo estaba perdido, pero había pasado
demasiado fantaseando con lo que podría pasar para renunciar, así que en contra
de mi instinto le dije que fuéramos a su hotel… Aceptó.
Sobra decir que estaba
nerviosa, es literalmente un extraño, es
muy atractivo pero un extraño.. Y que fuera un extraño era lógicamente parte de
la fantasía, es un extraño al que casi presioné para llegar donde estábamos. Lo
primero que hizo al cerrar la puerta fue besarme, intensamente, perdí el hilo
de mis pensamientos.. Eso pareció divertirlo y yo agradecí enormente que el
sentido del humor viniera a darme la mano porque nunca en mi vida he estado tan
intimidada. Casi me sorprendió su erección, pero solo verla me hizo sentirme
mejor, más tranquila, más serena… más mojada.
Hay algo sobrecogedoramente sensual en los hombres que
son muy masculinos pero no agresivos, y es su caso. Dominante, muy dominante,
después de besarme la boca bajo a mi sexo y succionó, lamio y mordió hasta
llevarme al límite de mi orgasmo, sentí que tenía que alejarlo de mi antes de que la explosión líquida de mi
cuerpo ocurriera directamente en su boca, y no entiendo como lo logré porque si
hubiera insistido un solo minuto no habría podido evitarlo. Creo que nunca me
habían llevado a ese punto en tan poco tiempo y al quitarlo estaba casi sin
aliento y sin la menor idea de que hacer para que sintiera lo mismo que yo. Así
que lo bese un poco y estaba pensando en
acariciar su pene un par de minutos con mi boca
y luego clavarlo entre mi cuerpo
otro rato y alternar así en un proceso lento y suave.. Pero pasaron 2 cosas: La
primera es que él no es de sexo suave y lento, entiende y reconoce su fuerza y
la usa con tino, sin excesos y muy eficientemente, hubo ratos en que yo estaba
claramente inmovilizada por su peso y su fuerza… distinto, pero placentero; La
segunda es que la cama empezó a sonar como si se fuera a partir en pedazos y
eso cambió la energía del momento. Un par de minutos antes yo estaba
completamente conectada sensualmente con él. Dominada y feliz, logre despegarme
de todo el mundo externo, pero el ruido - a la vez incómodo y gracioso- me sacó
del presente para hacerme pensar en los huéspedes de los cuartos vecinos. Él no
parecía más cómodo que yo con la situación.
Cómo nos reconectamos,
no lo sé .. Simplemente pasó. Pero me dio tiempo para apreciar las cosas más
allá de la química, me gusto sentir como se desliza dentro de mi cuerpo, me
gustó todo el tiempo que me dio para disfrutarlo, me gustó que use todo su peso
para clavarse profundamente dentro de mi, me gustó abrazarme a su espalda y
sentir el calor de su cuerpo y su olor, me gustó su ritmo, me gustó que me
dejara acariciarme mientras estaba dentro de mi cuerpo, me gustò sentir que no
hay inhibiciones.. Algo en su tacto -firme hasta rozar la brusquedad- me hizo
sentir toda la experiencia como un asunto puramente sexual, matizado por su
amabilidad resultó muy grato.
Desde el chat había
anunciado que habría palmadas, pero me sorprendió que lo hiciera, por una parte
me pareció divertido, ( sabe medir su fuerza) por el otro no me hizo pensar que
posiblemente hay muchas otras cosas que puedo descubrir ampliando sólo un paso
las fronteras de lo que siempre he hecho.
Se despidió con un
abrazo enorme, después de ofrecerse a acompañarme a mi casa.
Sería el hombre
perfecto para un par de encuentros de explotación al año, pero no es él, no
está en su naturaleza la constancia ni en la mía la persecución.
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