sábado, 25 de mayo de 2013

Un cuerpo de mujer

Pensando en un amante miro mi cuerpo, y en general me agrada, me refiero a que tengo las piernas largas, muy largas, soy el sueño dorado de quienes desean senos grandes y naturales por fortuna todavía altos y firmes, tengo curbas por monton y solo me sobran 5 kilos. Sin embargo no puedo, y conste que de verdad lo deseo, aceptar la idea del cuerpo femenino real. 

Me falta tonificar los muslos y los brazos, cierto.

Mi cintura podría ser más estecha, cierto.

Tengo algo, muy poca, cascara de naranja en la cadera, cierto.



Pero tambien tengo la piel suave, una sonrisa resplandeciente y una actitud juguetona en el sexo. Y yo siento que esas cosas deben contar, me refiero a contar en serio. ¿Cuántas mujeres se pasan la vida en el gimnasio para ser miradas, pero no tocadas?, ¿Cuántas de ellas solo lo hacen para que  su cuerpo sea un arma, para manipular y para conseguir? no para disfrutar y ser disfrutadas.

Me gustan de verdad los hombres, me encanta como huelen, sus vellos en el pecho, sus hombros grandes..me gustan como son, incluso cuando se les esta cayendo el pelo, cuando el abdomen tiene curbas, cuando tienen cicatrices. Me gusta reconocer su cuerpo como quien aprende a moverse en una ciudad nueva, hago mia cada imperfección, y entre más las recorro más en casa me siento. Me gusta sobre todo esa expresión que llena de concentración, de placer, de morbo se les pone en la cara cuando están a punto de venirse. Y me gusta tanto como esa mirada atenta, que casi ni parpadea cuando me observan perder el control de puro placer.

Me gusta el sexo generoso, en el que ambos disfrutamos, en el que ambos gozamos, en el que ambos hacemos. Generoso y egoísta a la vez porque el placer individual importa y esta bien dejarse complacer sin culpa. Lleno de vida, extenuante, profundo, divertido.. compartido.

Pero aquí sigo pensando en flacidez y en cel ulitis, sin poder aceptar en el corazon, porque racionalmente lo entiendo, que tengo casi cuarenta años, y que solo por eso, por la experiencia, no solo de sexo, sino de vida, puedo llevarme a la cama toda esa pasión y todo ese deseo. Que cada hora pasada fuera del gimnasio me ha hecho ser lo que soy en la misma medida que las horas pasadas en el colegio, la universidad, el trabajo o con la familia han sido las que me han llevado a tener este talante. 

Entiendo que posiblemente solo los más depravados perfeccionistas y yo, podemos hechar a perder el placer del sexo por no llevar una tanga hilo dental tan bien como las modelos "fotochopeadas" de las revistas, a las que les pagan un dineral para dedicarse enteramente a sudar y pasar hambre. 

Lo que veo al espejo mientras trato de escoger la lenceria que espero encante a un amante, es una mujer real, con una vida real, con defectos reales y normales, una muejr de verdad, una que no ha pasado por el cirujano o el masajista, que come comida normal, que llega a la casa cansada del trabajo, y que aunque bonita, vive para algo más que para adorar su cuerpo. 

Creo que puedo decir con confianza que soy una hermosa mujer de 39 años, pero debo decir con verguenza, que todavía no he sido capaz de pasar por encima de el prejuicio más duro de todos: el que hay unos estandares inequívocos y universales para hacerse merecedor a lo más simple y lo más universal. ¿No deberíamos desear por encima de la imagen y amar por encima de las convenciones?

Claro que si, pero aquí sigo sin saber que ponerme. Sientiendome insegura, sabiendo que ese par de datalles que normalmente escondo bajo la ropa serán evidentes en un par de horas, y queriendo con todo el corazón (rezaría si creyera en dios o en el poder de la oración) que desaparezcan para convertirme en el sueño erótico plastificado y estandarizado que tanto hombres como mujeres compramos cada día en miles de productos masivos en los supermercados. Mayonesa ligth, crema reafirmante y para las arrugas, tinte para las canas y un largo etcetera de cosas. 

Creo que la única arma que me queda es la fé, la creencia pura y sin ningún tipo de pruebas de que cuando me desvista, va a ver mis senos, mi sonrisa y mis largas piernas, y él, que también ha de tener sus defectos escondidos, va a escoger centrar su atención en mi actitud y en mis ganas de disfrutar el momento y no va a dañarse la cabeza por 5 kilos de más y el tono de mis muslos.

Solo queda confiar.


P.D: "Fotochopeada" es uno de mis numerosos aportes al desarrollo y evolución del español, eso para que nadie piense que solo pienso en frivolidades y no me preocupo por cosas serias.






No hay comentarios:

Publicar un comentario