domingo, 27 de marzo de 2011

Despues de...

En mi más larga aventura erótica solía levantarme de la cama de mi amante de madrugada, una o 2 horas antes del amanecer, recuerdo que sentía el mundo afuera hostil y helado. Pero era lo que había, y esa es la vida ...o se acepta lo que hay o se deja. Y yo acepté. En estos días la aventura se da distinta, muchas tardes de domingo. Y en la tarde la dinámica es otra..

Como es domingo me baño y preparo con calma y con rigor. Me baño, depilo, "encremo", peino y maquillo sin prisa. Elijo la ropa interior con las más dehonestas intensiones.

Almuerzo ligero para que no me de modorra, si la tarde es soleada (como hoy) me pasó por mi café favorito a tomarme un expresso y leer el periodico sin ningún afan. Eso me da tiempo para que el expresso actúe y yo llegue muy despierta a la batalla. Con o sin sol, siento que la vida me sonrie y salgo del café satisfecha y feliz.

No tengo ni idea de como pasó la mañana o la noche anterior mi contraparte. Solo se que también se ve descansado y de buen humor. Para los dos el sábado fue el aislante que nos permitió desvincularnos del trabajo y las preocupaciones. De manera que aquí estamos, relajados y ansiosos de besarnos, lamernos y acariciarnos.

La puerta de su terraza esta abierta, por ella entra la luz de la tarde y la brisa. Con toda esa luz disfruto de la vista. La tensión en sus brazos, su gesto de concentración o su sonrisa. En las pausas aveces duerme y otras calla. No hablamos casi nunca. No hay mucho que decir, el acuerdo tácito es que cada uno tiene su vida, y la realidad de esa vida no tiene cabida en las tardes de domingo que pasamos en su casa.

En su ventana se ve el atardecer, y cuando empieza pienso en empezar a recoger mis cosas. Clavo mi cabeza en su almohada y aspiro ese olor a hombre, me siento al borde de la cama y veo sus sábanas arrugadas y su sonrisa. Siempre tiene la deferencia de invitarme a comer algo por fuera. Y yo siempre le digo que no. Pero atendiendo su gesto de cortesía me arreglo despacio en su beneficio. Me he dado cuenta que le gusta observar como me visto, me arreglo el pelo y me retoco el maquillaje.

Sonrie todo el tiempo y no me quita el ojo de encima. Ese saber que este encuentro puede ser el último, aunque esperamos que no cambia las cosas. En una relación estable ya estaría prendida la TV y el estaría observando los resultados del Foot Ball o las noticias. Pero ambos comprendemos que este momento y esta situación son un privilegio. Para dos personas que, como nosotros,están solas y siguen buscando su amor.

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