jueves, 24 de marzo de 2011

La Sensualidad del Secreto

En un post anterior prometí hablar de la sensualidad del secreto. De ese morbo tan especial de saber lo que nadie más sabe. De conocer esa intimidad que no se oculta, porque para empezar ni siquiera se menciona.

Me encanta saber que ese hombre tan serio, tan brillante, tan sereno pierde completamente el control entre mis labios, y que si quiero, conozco la palabra y el gesto adecuado para ponerlo a mis pies. Y me gusta guardar la información como un tesoro.

Me encanta saber que hay puntos demi anatomía, freceuntemente a la vista que son tan sensibles como  los que siempre están ocultos. Y me gusta que los busquen, los encuentren y los acaricien, algunas veces en público (me siento secretamente exibisionista), otras en privado, completamente libre para expresar el placer que desata esa caricia.

Me gusta saber que esa niña que se pavonea como si hubiera acaparado a Dios, le falta algo en el repertorio sexual que hace que ese novio que idolatra, vuelva a mi cama, ansioso y sonriente. Me gusta además darle nuevos motivos adicionales para volver. Y me gust saber que ninguno de los dos se lo va a decir.

Me gusta dormirme pensando en los hombres a que quiesera desnudar, y me gusta pensar que ellos lo intuyen, pero no lo saben con certeza. Me gusta que lo duden. Me gusta pensar que hay hombres que también piensan en desnudarme y no me lo dicen. Juego a adivinar si los primeros (los que yo deseo) también me desean a mi.

Me gusta que mis antiguos amantes sepan que me puedo vestir y comportar como una puta. Y me gusta que nadie más lo crea posible.

Me gusta explorar hasta localizar ese lugar sensible, que los hombres ni siquiera creían tener, hasta que lo encuentro. Y me gusta hasta que lo descubro, nadie más lo haya encontrado.

Me gusta esa mirada complice de los amantes a los que no he amado. Esa mirada que no promete nada más que esas horas. Y que para evitar complicaciones es un asunto privado, que solo nos atañe a ambos. Me encanta que nadie lo sepa.

Me gusta que mis hombres sepan donde están mis límites y las cosas que me hacen sonrojar. Me gusta que  piensen que nadie más lo sabe, y que esa frontera solo la he cruzado con ellos. Sea esto cierto o falso.

Me gusta ir descubriendo mis fantasías como un avaro. Me gusta que sientan que estan en posesión de un secreto valioso, y me gusta que luchen para averiguarlas, y me gusta todavía más que me revelen las suyas.

Siendo que la seducción como un teatro me parece ajeno, frecuentemente artificial, y a menudo masificado. Adoro la seducción de lo que no se dice ni se cuenta a nadie. Me parece que hay pocas cosas tan íntimas como los secretos. Y que en la intimidad se da el mejor sexo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario