jueves, 26 de enero de 2012

Sin efectos especiales


Un viejo amante mío se fue alguna vez a hacer un postgrado y estuvo un par de años fuera del país. Al volver, la primera vez que nos acostamos deslizo su mejilla un poco áspera, -se había afeitado en la mañana y hacía rato era de noche- por mi torso, mis muslos y mi pecho. La aspereza de su mejilla hacía que el simple acto de deslizar, muy despacio, su piel por mi cuerpo fuera una experiencia potentemente sensual. Una caricia nueva – nadie me había hecho eso antes- y una clara indicación de que es posible conseguir resultados espectaculares con poco. 

Soy parte de una generación que ha visto extinguirse varios tabúes sexuales y que -seguramente- vera desaparecer otros muchos. Yo disfruto encantada una buena parte de esa libertad, pero la parte romántica que vive en mi añora esa fantástica sensación que viene de las caricias simples, de la exploración exhaustiva de los cuerpos, de la serena certeza con que recorre un cuerpo mil veces conocido. 

También me gusta el aspecto lúdico del sexo, el teatro de seducir, y uno que otro juguete. Pero creo que cuando una pareja deja de ver los jueguitos como una forma ocacional de diversión para volverse la norma, agotó su principal potencial erótico, que es la siemple posibilidad de exitarse, recrearse y extasiarse con la sola posibilidad de las caricias recíprocas y el recorrer y disfrutar ese cuerpo que, no hay que perderlo nunca de vista, es solo una posibilidad real en el momento en que se disfruta. Los casados lo olvidan, pero nadie tiene realmente la certeza de que tendrá una nueva oportunidad de hacer el amor de nuevo con esa persona. 

Soy una antigua y lo se, pero lo cierto es que me gusta pensar que la sola presencia de un hombre que me atrae es suficiente para levantarme la libido y  el ánimo, quiero además pensar que al hombre que me quita la ropa, le pasa lo mismo.

domingo, 1 de enero de 2012

Esto no es una fiducia... Aquí los resultados cuentan


Si de algo me arrepiento en esta vida es de haber sido permisiva. Me ha costado tiempo y esfuerzo aprender a defender mi privacidad, mi espacio personal, mis intereses y mis deseos como  características ni negociables, ni discutibles en el trato conmigo. Debo decir que cada nuevo límite trae añadida una sorpresa, nunca se sabe como los directamente implicados reaccionaran.

Varias entradas de este blog, y algunas de otros textos que  he escrito, hacen referencia a un hombre que por muchos años ha sido un amante frecuente mío. Pero que, desde hace algún tiempo -por cuenta y gracia de que tiene, o tuvo, o esta decidiendo si esta dispuesto a tener una relación con otra mujer, a la que seguramente quiere mucho- había disminuido, por una parte la frecuencia de nuestros encuentros, y por otra la eficacia en su desempeño habitual en los mismos. Terrible animal es la culpa. 

Pero lo cierto es que los amantes casuales tienen 2 opciones o se retiran de la arena o se comportan a la altura de las circunstancias, si  sus relaciones amorosas afectan su desempeño sexual con sus amantes ocasionales pues que sean fieles a esas mujeres que quieren amar  y se dediquen exclusivamente a ellas;  pero dejar amantes insatisfechas no vale. Esto no es una fiducia, aquí cuentan no solo los medios sino también los resultados. 

El primer encuentro desafortunado no cuenta, con todos esos años de experiencias positivas  acumulados a su favor una noche por debajo del promedio no da lugar a sanciones, la segunda hace pensar, y la tercera descalifica. 

News flash: Las amantes ocasionales que asumimos la responsabilidad completa de la anticoncepción, no preguntamos que sienten por nosotras,  no esperamos que sepan el día de nuestro cumpleaños y mucho menos que lo recuerden, nos comportamos como las señoras que somos  cuando los vemos con otra, nos vamos solitas a la casa después del sexo,  no contamos con su  compañía para vivir los duelos de la gente que queremos, no soñamos con que llamen simplemente a saludarnos y no hacemos un reclamo nunca, sin importar lo que hagan o dejen de hacer; ni estamos ni vamos a estar en este mundo para lidiarles y tolerarles las dudas emocionales. Y el que no lo entienda o no le guste  que se dedique a otra cosa. Para esos asunticos emocionales tienen una legítima, con la que viven a la luz pública,  con todo lo que eso significa: la cantaleta por que miran a otras, las presiones por definir "su relación",  los bautizos y primeras comuniones de los sobrinos, los almuerzos en compañía de los suegros y por supuesto la utilización de su deseo sexual para conseguir seguridades y compromisos. 

O es sexo sin obligaciones o son emociones con obligaciones, es una de las dos, entiendan y escojan.

En todo caso después del tercer strike le dije a este sujeto que no más sexo, que podíamos ser amigos. Y claro como es un hombre inteligente, de esos que mantienen la cabeza fría en el más ardiente de los momentos sexuales entendió perfectamente lo que pasaba y cuando nos vimos, bajo el límite claro de que las cosas no estaban funcionando para mi y por eso solo había espacio para conversar, se puso en la tarea de recobrar o incluso mejorar el nivel de servicio. 

Esa primera vez yo no tenía ningún interés en seguir con la relación sexual y él se dio cuenta, me besó hasta que comprendí de que si no terminábamos en la cama terminaríamos mal, y considerando que yo no veo culpa en el sexo  cedí. Pero salí de su casa pensando que no lo vería más. Este asunto en términos amistosos no se sostiene  -pensé- pero me equivocaba. Mi contraparte estaba dispuesto a mantener su territorio y a ampliarlo aprendiendo a ser amigos.

Como hace muchos años somos amantes pues el personaje ni se dedicaba, ni yo esperaba que se dedicara a seducirme, pero viéndose en la tesitura en que estaba se dio cuenta de que era necesario esforzarse en la ejecución, y lo  hizo en una  forma fantástica, con unos besos eternos como de adolescencia temprana,  luego con extraordinarios juegos previos y finalmente coitos largos y minuciosos. Si el resultado de este límite es ese cambio tendré que manejar las cosas para continuar igual.

No me imagine que le importara tanto mantener la relación sexual, ni que hubiera lugar para mejorar tanto un nivel de desempeño que yo consideré siempre absolutamente impecable y sobresaliente. 

Por alguna curiosa razón esa persona con la que la compatibilidad y el disfrute sexual es perfecto, es precisamente la misma persona con la que no podemos relacionarnos sin pelear. A mis ojos la única explicación posible es que el sexo entre nosotros es mejor que el que tiene con su pareja afectiva. Al menos en mi caso el sexo con él ha sido mejor que con todos los demás. Si no fuera así que necesidad habría de empeñarse tanto para mantener vivo el vínculo sexual