sábado, 7 de julio de 2018

EL REBOTE

Teóricamente nos veríamos para solucionar un tema pendiente, pero yo, que estoy cerrando un ciclo emocional, tengo ganas de jugar y experimentar, así que le digo que mejor nos vamos a un motel. No hay discusión y cambiamos de ruta. Vamos para el motel.



En el camino hablamos de lo que significa ir a un motel. Ir a un motel es un gesto artificial que pone las capacidades de todos en jaque, no hay espacio para construir las ganas, para acumular deseo, implica estar listo para tener sexo en un sitio determinado, en un momento determinado, y suponer que en ese instante todo va a responder.

Me dice con ligereza, casi como si no tuviera importancia, que espera poder satisfacerme, si hubiera sabido se habría preparado. Todas las inseguridades masculinas resumidas en una sola frase, no hay nada casual en el comentario. Que los hombres mayores prefieren el infarto al oso y se preparan con Viagra lo sabemos todos. Pero es que a mi no me parece un hombre mayor, me parece un hombre atractivo, me parece que está entero, no logro verlo como un hombre mayor, es mayor que yo, pero  eso es todo.

Llegamos al motel, nos besamos y comenzamos a quitarnos la ropa. Él huele a limpio, su piel es más suave que la mía y su cuerpo (gracias al Golf) firme y elástico... infinitamente deseable. Su erección en ese momento es soberbia.. Absolutamente perfecta. No puede ser que esté preocupado, no tiene motivos.

La brecha generacional se nota en el trato, es dominante. Imagino que en su formación sexual las mujeres todavía se casaban de blanco y no tenían experiencia, tímidas y dispuestas a agradar se dejan hacer. Creo que siente que es el hombre el que debe saber de sexo, el hombre el que guía a la mujer en el sexo, el hombre el  único responsable del placer en el sexo. Yo quiero intervenir, buena parte de mi placer esta en hacer y no quiero esperar pasivamente. Me impaciento y lo acuso de mandón, hace caso omiso. 

Él sabe lo que hace, de eso no hay duda, sin embargo es impaciente, quiere mi orgasmo, lo quiere muy rápido y cuando quiero succionar su sexo me contesta en forma cortante que no lo haga, que no quiere eyacular antes de mi orgasmo, el maneja el momento y no permite salirme de su camino.

Mientras manipula con destreza mi sexo, le digo que lo quiero adentro, me muero por sentirlo encima, por abrazar su espalda mientras se clava en mi, pero él no quiere.. No estoy suficientemente húmeda, los antibióticos de la semana pasada jodieron mi lubricación.. Lo interpreta como un fallo, como si no estuviera lista, como si ese asunto -que es completamente ajeno a mi voluntad y la suya- demostrara que no lo está haciendo bien. Una voz en su cabeza dice "Nice guys finish last" y hasta que  yo no esté empapada no vamos a movernos de ese punto. No es momento de explicaciones, pero no quiero que malinterprete lo que pasa. Le suplico al oído que me penetre, tengo que insistir una y otra vez, finalmente lo hace y se viene muy rápido, se contuvo hasta el último momento, pero claramente no está tranquilo ni satisfecho. 

Sale de mi cuerpo, y mientras reposamos, siento que sin explicar debo dejar claro que, por mi parte, las cosas salieron bien. ¿Cómo explicar -sin que parezca una excusa- que mi falta de lubricación es simplemente un efecto secundario de un medicamento?. Hago lo que puedo, que no es mucho, y responde a mis comentarios diciendo que no me vine, es decir no lo logró, parece a punto de agregar que a los caballos los rematan con un disparo piadoso, pero se calla. 

Lo acaricio, lo beso, le hablo.. Y se deja hacer, pero esta distante, solo entiendo lo que pasa cuando dice que no lo tiente.. Que no puede satisfacerme. Igual lo beso y lo acaricio. De pronto señala la hora y dice que debemos irnos, no tengo nada que discutir, si quiere irse nos vamos. 

El tiempo que hemos pasado en el motel es menor, mucho menor, al que nos habría tomado arreglar lo que teníamos pendiente y se me parte el corazón de pensar que él no lo disfrutó. En el carro es amable... amable pero distante. 

Se despide con amabilidad y un beso en la mejilla. Lo dejo ir con una sonrisa, nada en este asunto puede forzarse.