lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Y AHORA QUÉ?

La primera baja de mi vida personal en la pandemia fue el sexo casual. Para alguien que, como yo, no acostumbra tocar ni a los familiares más cercanos, el distanciamiento físico es un placer en el 98% de los casos. No me gusta que me toquen, ni los conocidos, ni los extraños, ni los compañeros de trabajo, ni los familiares.. soporto los abrazos, los picos y los roces casuales con poca paciencia y nunca he tenido problemas para poner límites físicos si alguien cruza la delgada línea de mi neurosis.
Pero el sexo.. el sexo es otra cosa.

Yo no voy a decir que el sexo es una necesidad incontrolable.. Pero mentiría si dijera que no es importante para mi. En un mundo perfecto va junto a la intimidad y es una maravilla. En el mundo real es la válvula que permite descargarlo todo, la rabia, la frustración, la tristeza. Un orgasmo poderoso deja el marcador en ceros. Y en este periodo tan largo de pandemia lo he extrañado mucho.

El año pasado fue muy duro. Esa primera ilusión de que solo serían unos meses se convirtió en la certeza de que nuestra vida a cambiado para siempre en formas que no podemos comprender. Pero aún así, desde diciembre del año pasado empecé a sentir una ansiedad física que superó lo que yo misma esperaba.

Así que empecé a tratar de reestablecer el contacto con mi amante habitual, que tolera las precauciones de salud con mucha más tranquilidad que yo, y que me explicó que quería seguir cuidándose.. qué se puede hacer sino respetar esa decisión? Pero pasaron los meses, ambos recibimos las 2 dosis de vacuna y seguíamos igual. Así que un día le mande un mensaje diciendo que posiblemente había llegado el momento de ser amigos y nada más.  Un par de meses después nos volvimos a ver, pero con tapabocas, y desde hace un par de semanas esta cambiando. 

Las últimas veces que nos vimos ya hablamos sin tapabocas e incluso nos besamos.. un beso largo, muy largo. Después de ese beso he tenido sueños eróticos muy intensos, todas las noches, amanezco muy mojada.. Pero a pesar de todo lo anterior no me imagino en su cama, no me imagino que podamos volver a dónde estábamos.

Hay una cantidad de rechazo -no importa la prudente, justo o razonable que sea el motivo que lo genera- que soy capaz de asumir sin consecuencias, aunque sea una relación casual, o posiblemente justo por ser una relación casual, lo que la hace posible es la fuerza innegable de la atracción.. Y esa al parecer no existe.