Suena mi teléfono a
las 6:15 de la mañana, contesto entre protestas, pero no puedo dejar de
sonreír. Puede ser porque soy soltera, pero pocas cosas me divierten tanto como
el cotidiano despertar de un hombre que me gusta.
Pongo el teléfono en
mi mesa de noche y veo que acaba de salir de la ducha, alcanzo a observar
algunas gotas de agua en su cuello, veo también mi reflejo en la pantalla,
desmaquillada, despelucada y medio dormida. Protesto nuevamente por la hora, pero estoy
feliz y lo sabe. Para cambiar de tema me muestra su habitación y me dice que le
gusta el hotel en que se aloja, pero que podría mejorar conmigo en su cama, le
respondo con una sonrisa enorme.. Satisfecha, me encanta esa llamada. Él
también pone su celular en un soporte y comienza a vestirse mientras hablamos
de lo que cada uno de nosotros hizo el día anterior. Observo su cuerpo y me
sorprendo subiendo las cobijas mientras pongo una mano entre mis piernas y
comienzo a acariciarme.
Con una sola mirada me
descubre. En su pantalla no se alcanza a ver nada de lo que pasa bajo mis
sábanas, pero lo detecta desde el primer momento. Deja de vestirse y me pide
que me descubra, que quiere verme… y empieza a quitarse la ropa que solo hace unos segundos se ponía… toma el
celular en sus manos y me muestra su erección. Es un primer plano …un
primerisisismo plano, no hay un plano más crudo que ese..
Siempre me he negado
al sexo en cámara, para mí es un asunto de estética, una voz… una voz puede
llevarme muy lejos, pero el vídeo me parece prosaico, casi utilitario.. Y sin
embargo parece que ocurre precisamente en el momento perfectamente cotidiano en
el que una pareja normalmente tendría sexo, en ese instante en que el deseo se
superpone la las inhibiciones. Para mi propia sorpresa consiento.
Me pongo de espalda a
la cámara y me quito la camiseta con la que dormí, lo hago despacio, como si
quisiera que contará mis vértebras, miro la cámara por encima del hombro y veo su cara, absolutamente
atento a lo que va a pasar después, me recojo el pelo solo para hacerlo esperar
hasta que gire y pueda ver mis senos. Me lee el pensamiento y ajusta el ángulo
del celular para mostrarme su cuerpo, su camisa abierta cuelga a ambos lados de
su torso, el resto está desnudo y no
puedo dejar de pensar que si estuviera a su lado tendría serios problemas para
decidir si me gasto su erección en mi boca o entre mis piernas. Sonríe como si
me leyera el pensamiento, puedo asegurar que lo sabe, puedo apostar que
disfruta que lo piense.
Giro, suelto la sábana, tomo el celular en mi mano izquierda y le muestro mi cuerpo. Me pide que me
quite la tanga, pero me niego y meto mi mano bajo debajo del encaje, siento su
mirada como si fueran rayos x, Mientras tanto abraza su pene con su mano y empieza
a moverla mucho más lento de lo que yo lo habría hecho.
Observo el brillo
rápido de una gota de esperma que sale de su cuerpo y me pregunto a qué sabe,
mi boca reacciona al instante llenándose de saliva. Mi mente contesta mi propia
pregunta: me la habría gastado su erección en mi boca, esta mañana lo habría
succionado, sin parar un segundo, hasta su explosión.
Si no quieres
mostrarme como te tocas - me dice- descríbelo para mí. Estoy húmeda, muy
húmeda- le digo- divido mis dedos y los deslizo por mi sexo, pero todavía no
quiero tenerlos dentro, quiero que el primer recuerdo tuyo dentro de mi cuerpo
seas tu, así que deslizo mis dedos y pellizco mi sexo, pero nada llega adentro.
Muéstrame- me dice-
quítate todo. Le respondo que no, sin dejar de tocarme, sin dejar de mirarlo,
absolutamente presente en ese momento en que lo siento tan cerca pero tan
lejos.
Suelta por un segundo
el celular en el momento de su orgasmo, no puedo ver el gesto en su cara, ni
acercar mi nariz a su clavícula para olerlo, ni apoyar si cabeza en su cuerpo y
oír el latido de su corazón bajo la piel. Y solo en ese momento me siento inmensamente
sola y lo extraño en una forma que nunca había sentido antes.